Tilín, tilín, tilín, el uno saltarín.

Como ya hemos hablado en anteriores entradas, son muchas cosas las que nuestros peques de primer ciclo trabajan durante esta etapa sobre lo ya introducido en Educación Infantil: sumar pequeñas cantidades, leer con cierta fluidez, conocer los números... Sin embargo, hay otras muchas que trabajan por primera vez en esta etapa y para las que siempre intentamos buscar estrategias que les ayuden a poder entenderlas bien.

Una de ellas es la resta. Si bien la resta normal, la de quitar a un número más grande una cantidad más pequeña, suelen ser capaces de trabajarla rápidamente sin mayor dificultad; no ocurre lo mismo, obviamente, con la resta llevando.

Lo que yo hago para que puedan superar sin problemas este nueva nueva aventura de su aprendizaje es dar paso a la figura de "El 1 saltarín" que todos tenemos en nuestro bolsillo y a quien podemos pedirle ayuda ¿Cómo lo hacemos? La explicación es muy breve, mirad:

Tenemos la resta 32 - 19 y rápidamente nos damos cuenta de que algo no nos cuadra, ¿qué es? Pues que el número de arriba es más pequeño que el de abajo y entonces a 2 no podemos quitarle 9. 

¿Qué podemos hacer? ¡La resta no puede quedar sin resolver! Es el momento entonces de llamar a nuestro ayudante El 1 saltarín. Lo sacamos de nuestro bolsillo y lo ponemos al lado de quien necesitaba ayuda (en este caso el 2).


 Nuestro 1 saltarín ya está al lado del 2 ayudándole para que podamos hacer la resta. Ahora que tenemos 12 - 9, ya podemos restar con normalidad. Pero ¿qué pasa ahora? ¿guardamos ya a nuestro 1 saltarín? ¡Noo! El 1 saltarín ahora hará lo que más le gusta ¡Saltar hacia abajo! Y no contento con ponerse al lado del número en este momento se unirá a él, por lo que para continuar con la resta, tenemos que sumarle al número en cuestión (en este caso el 1), el 1 saltarín.


  

Haciendo hincapié siempre en que al principio nuestro amigo saltarín simplemente se pone al lado del número que le necesita y que después se une (se suma) a él, los peques suelen entender bastante bien la mecánica de la resta y, con la práctica, logran hacerlas sin problemas.

¿Qué os ha parecido este nuevo truco del almendruco? ¿Tenéis vosotros alguna estrategia diferente?



Todos deberíamos querer ser un poco ....Sanchooooooo - Quijote... Quijoteeeeee - Sancho...

 
Todos, muchos, la gran mayoría de nosotros conocemos, amamos, deberíamos saber la música que corresponde al título de esta entrada. Tan reciente como afortunadamente tenemos el Día del Libro, no podía dejar escapar la ocasión de reflexionar sobre mis queridos Miguel y Alonso. 

Mi querido Miguel, complutense de nacimiento, era... « de rostro aguileño y cabello castaño, frente lisa y desembarazada, alegres ojos y de nariz corva, barbas de plata y bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tenía sino seis, y éstos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo era entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena, algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies...» 

El pobre hombre dejó un brazo luchando en Lepanto, estuvo preso no sé cuantísimo tiempo y, por si no tuvo bastante en vida, ahora no sabemos con precisión ni dónde está enterrado. Sin embargo, en esa soledad de la prisión en la que estuvo, no contento con pensar cómo fugarse de allí, tuvo la brillante, genial, majestuosa idea de escribir la obra cumbre de la literatura española sobre el mayor espíritu indómito del mundo.

Por otro lado, mi querido Alonso Quijano, más manchego que el queso, estaba volviéndose un poco loco (condición indispensable para tener la ilusión de vivir) de tanto leer Amadís de Gaula y un día, cuando rozaba los 50 añazos, tomó una decisión: «quiso ponerse nombre a sí mismo, y en este pensamiento duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar don Quijote. [...] Quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de su patria y llamarse "don Quijote de la Mancha", con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba». Y aunque en su primera salida no le fue demasiado bien, consiguió con posterioridad recorrer gran parte de la geografía de nuestra piel de toro permitiéndonos conocer hoy cuáles eran los tópicos de cada región allá por el siglo XVII.

Sus aventuras, pesadas y áridas para los más pragmáticos, han sido afortunadamente adaptadas, traducidas y amoldadas a todos los gustos y edades. Personalidades aprendiendo castellando para poder leer la obra en versión original, traducciones a todos los idiomas habidos y por haber, mil y una ediciones para escolares, adaptaciones cinematográficas... Nuestros Miguel y Alonso intentaron y lograron sembrar algo en nosotros. No le veamos como un "pirao". Su imaginación, su cuerda locura, su manera de luchar por su sueño, su rechazo al qué dirán... el espíritu de Don Quijote debe calarnos hondo y hacernos, sino mejores, al menos más felices.

 «Alonso Quijano murió, pero don Quijote continúa vivo; ahora mismo está en algún lugar, disfrazado de hombre de nuestro siglo, confundiendo tal vez el reflejo de un tubo de neón con el plateado resplandor de un prodigioso cometa... Si le encontráis, por favor, no os burléis de él...»

((Y para quiénes os picaba el gusanillo, aquí os dejo la canción ;))




Hacer puñetas por El Greco

El próximo lunes 7 de abril hace 400 años que se dice que murió Doménikos Theotokopoulos, El Greco. Como ya hemos hablado sobre él en anteriores entradas, hoy simplemente os propondré una actividad muy sencillita que puede hacerse con nuestros peques para que al menos se les quede el leve recuerdo de haber oído hablar alguna vez de ese tal Greco y de lo que pintaba.

Tras haberles explicado a modo de cuento quién era este reconocido pintor, podemos hacer con ellos una actividad para la que necesitamos materiales tan básico como una cartulina tamaño folio y una fotocopia del dibujo de El caballero con la mano en el pecho para cada niño, 3 - 4 folios blancos, pinturas, tijeras y pegamento.

Lo primero que deben hacer los niños es pintar bien y recortar la silueta del caballero puesto que el protagonista del cuadro más famoso del de Creta, lo será también de nuestra actividad.

Al mismo tiempo, el profe, mamá, tía, abuelo a cargo de la actividad, deberá ir doblando las cartulinas colocadas de manera horizontal por la mitad; para que una vez que los niños hayan acabado de pintar y recortar, puedan pegar a su caballero en el medio de la cartulina coincidiendo con la doblez.


Una vez llegados a este punto, depende de la pericia de quien está haciendo el trabajillo el poder continuar o pasar a ser el ayudante de la profe. Necesitamos hacer estas formas en zig-zag con los folios para confeccionar el "toque vistoso" de la actividad, las puñetas del cuello de nuestro caballero. Una vez hechas y recortadas al gusto, debemos pegar los extremos a la altura del cuello, para que nos quede una "puñeta tridimensional".

Acabado ya el interior, en la portada podemos pedirles a los peques que escriban el título del cuadro así como el pintor y el año (1578 -1580)

La actividad es sencilla y vistosa, además de un buen recuerdo para que, como antes comentábamos, a nuestros jóvenes caballeros vayan rondándoles palabras como El Greco o Toledo.