El pequeño gran Isaac.


Mozart, Bach, Beethoven... Todos les conocemos. Muchos fanáticos de la música clásica en nuestro país lo son gracias a ellos. ¡Qué pena que en España no tengamos nadie a quién admirar! ¿verdad? Os contaré algo...

Sucedió hace mucho tiempo. Bueno, no tanto si estás pensando en grandes espadas, armaduras y caballos. Piensa en vestidos largos y hombres que llevaban su chistera con orgullo sin dar explicaciones. En esos años, en un pequeño pueblo de Cataluña, daba a luz una madre casi tal día como hoy a su primer hijo varón, a quién llamaría Isaac. 

El pequeño Isaac fue un prodigio por dos razones. Primero porque tenía una gran maestría para tocar el piano, y tanto fue así que se afirma que dio su primer concierto con tan solo cuatro añitos. Y segundo, porque si algo de lo que le hubiera ocurrido no era tan interesante como se esperaba, él mismo se encargaba de ensalzarlo y ponerle tintes épicos. No se le caían los anillos si tenía que decir que fuera polizón de barcos con destino a América o que viajara por toda Europa cual bohemio. 

Este espíritu romántico que brotaba de su interior y del que quería hacer partícipes a los demás a través de sus aventuras, me hace recordar al gran romántico por excelencia al que, además de querer, en mi opinión, parecerse con su atuendo; debió admirar tanto como para rendirle homenaje poniéndole música a sus rimas en el Álbum Bécquer.

Siendo un chaval, se trasladó a Madrid, donde los principales editores musicales ya se habían fijado en él para publicar sus trabajos. Su éxito comenzó a crecer fuera de España, marchándose primero a París y posteriormente a Londres, ciudades a las que prácticamente eclipsó con su manera de componer y tocar tan adelantada a su tiempo.

Como otros muchos, Isaac Albéniz no fue profeta en su tierra a la que tanto quiso. Escuchar su obra con los ojos cerrados es imaginarse al gran músico triste, queriendo que con sus notas salgan del piano patios andaluces o que gracias a él nos traslademos a orillas del Darro, junto al Paseo de los Tristes donde te encuentras con la sombra de la Alhambra.

Isaac Albéniz se sentiría satisfecho si, de no haber muerto solo y bastante olvidado, hubiera podido ver como ese espíritu que él quería transmitir en composiciones como Asturias , sirvió de sintonía no hace mucho para hincharnos el pecho orgullosos de los logros deportivos de nuestro país.



Isaac Albéniz no fue casi conocido y mucho menos reconocido durante muchos años. En nuestras manos está el hacer de éste promesa de aventurero y genial pianista una figura a tener en cuenta dentro de nuestro panorama cultural.

Pincha aquí para escuchar Suite Iberia



No hay comentarios:

Publicar un comentario